Las recomendaciones son útiles tanto para educadores como para las familias:
·Cualquier catástrofe, natural o provocada por el ser humano, es espantosa tanto para niños y niñas como para adultos.
·Es importante que los adultos tomen conciencia de que pueden surgir miedos y hablen con los niños y niñas.
·Minimizar el peligro falsamente no proporciona tranquilidad, sin embargo tener un comportamiento tranquilo dará sentido de seguridad.
·Padres y madres pueden apoyar a sus niños dejándoles que expresen sus sentimientos sobre el desastre y diciéndoles que es normal sentirse preocupados o tristes. Hay que asegurarles que son queridos y que serán protegidos si algo malo ocurre alguna vez.
·Es necesario estar disponible para ellos y darles tiempo y atención adicional en los días después de un desastre, no sólo para hablar del desastre, sino también para otras conversaciones, o sólo para pasar el tiempo.
·Padres y madres deben saber que la edad de su hijo o hija influye en su manera de responder al desastre. Por ejemplo, a los cuatro años mostrará su preocupación queriendo dormir en la cama de sus padres, con ocho años intentará no ir al colegio (quizás diciendo que ha enfermado), y en la adolescencia discutirá más de lo normal con sus padres.
·Padres y madres deben tener cuidado con la exposición de sus hijos a las noticias sobre el desastre en los medios de comunicación. Escuchar o ver noticias impactantes puede causar trauma adicional, y/o insensibilizar a un niño o niña sobre cuestiones violentas y sus consecuencias.
·Es importante también ayudar a niños, niñas y adolescentes a procesar las noticias que reciben de un desastre. Pueden creer que “ese tipo de cosas nunca les podrán ocurrir a ellos”. Es necesario hablar sobre esto y recordarles que ciertos tipos de desastres nos pueden pasar a cualquiera de nosotros. O por el contrario, puede que se sienta excesivamente vulnerable al enterarse de un desastre muy lejano. Los adultos deben ayudarle a expresar sus miedos y luego recordarle que la mayoría de la gente que experimenta un desastre lo sobrevive, incidiendo en que en ese momento está seguro.
·Cuando el desastre ha sido cercano o a afectado directamente a una familia, las reacciones pueden durar mucho tiempo después del hecho, incluso pueden continuar años después. Un asesoramiento psicológico para un niño, niña o adolescente inmediatamente después de un desastre puede reducir los efectos negativos a largo plazo.
·La sociedad entera reacciona ante los desastres. Es importante que los padres presten atención a la alarma social que puede llegar a impactar mucho tanto a niños y niñas como a adultos. Hay que animar a los jóvenes a participar y mostrar interés por las respuestas de la comunidad (por ejemplo, acciones de apoyo y solidaridad, ceremonias, etc.).
·Recrear el desastre con juegos es una manera de que los niños más pequeños puedan desarrollar un sentido de dominio y minimizar su ansiedad sobre el acontecimiento traumático, del mismo modo en que un adulto charla y comparte su experiencia con otros.
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